Encontrar el tratamiento adecuado no siempre es fácil… y es que cada piel tiene su propio lenguaje, sus necesidades y hasta sus pequeños caprichos. Lo que funciona en una piel seca puede resultar demasiado pesado para una piel grasa, y lo que calma una piel sensible quizá se quede corto en una piel madura. Por eso, en esta sección hemos organizado toda nuestra cosmética natural según el tipo de piel, para que tu búsqueda sea más rápida, sencilla y, sobre todo, acertada.
Aquí descubrirás productos formulados con ingredientes de origen natural que respetan el equilibrio de la dermis y potencian su belleza real. Si tu piel es seca, encontrarás texturas nutritivas que devuelven confort; si es grasa, fórmulas ligeras que equilibran sin resecar; para la piel mixta, tratamientos versátiles que hidratan donde lo necesitas y regulan el exceso de sebo; y, si es sensible, opciones suaves que calman, refuerzan y protegen día a día.
Además, añadimos marcas de confianza y consejos que te ayudarán a elegir con seguridad. Porque cuidar tu piel no debería ser complicado… sino un ritual que disfrutes desde el primer gesto.
La forma más sencilla es observar cómo reacciona tu piel tras la limpieza. Si notas tirantez, suele ser seca; si brilla mucho, grasa; si tienes zonas mixtas (frente/nariz/mentón grasos y mejillas secas), es mixta; y si se enrojece fácilmente, hablamos de piel sensible.
La piel seca necesita fórmulas ricas en aceites vegetales, mantecas naturales y activos que retengan la hidratación, como el ácido hialurónico o la manteca de karité. Busca texturas cremosas que aporten confort y suavidad durante todo el día.
Lo ideal es usar limpiadores suaves, tónicos equilibrantes y cremas ligeras de rápida absorción. Ingredientes como el aloe vera, el té verde o la niacinamida ayudan a regular el exceso de sebo sin resecar la piel.
La piel sensible agradece productos sin perfumes, con fórmulas calmantes a base de manzanilla, avena o caléndula. Menos es más; cuanto más sencilla sea la rutina, mejor tolerada será.
Sí, tu tipo de piel puede variar por la edad, el clima, el estrés o incluso la alimentación. Lo importante es escuchar a tu piel y adaptar tu rutina con productos adecuados a cada momento.